viernes, 13 de julio de 2007

THE GUILTIEST PLEASURE - LA EMPERATRIZ DE LA BELLEZA MEXICANA

Ya han sido varias las semanas sin Guiltiest Pleasure en el Gonzo’s Place, y eso no significa que ya haya agotado todos aquellos gustos que preferiría olvidar o dejar guardado en lo más profundo de mi ser antes de darlos a conocer.

Por esta razón, y gracias a que en los últimos días se ha despertado este placer culpable en mi ser, es que al desempolvar varios recuerdos ya ni siquiera de mi adolescencia, sino de mi niñez, hoy en esta sección, presento a la única emperatriz de la belleza mexicana: Thalía.

¿La emperatriz de la belleza mexicana? Efectivamente, este término fue otorgado a la dama a principios de la década de los noventa por la estación de radio Estereo 97.7 que era la más fuerte del momento, y que también bautizó a Cristian Castro como la elegancia musical, y no recuerdo a quien más con algún nombre ridículo.

Antes de continuar, debo especificar que el gusto culpable de esta ocasión, es decir, Thalía, no es un gusto que siga hasta la fecha con el “trabajo” que ella hace actualmente. De hecho, el gusto culpable se basa en los primeros años de la carrera de la intérprete, hasta antes de sus intentos por convertirse en la Gloria Estefan mexicana… pero ya llegaré a ese momento en algunos párrafos.

Yo conocí a Thalía, como casi todos los mexicanos cuando sustituyó a Sasha en Timbiriche en 1986. Para un año después, ya había grabado con ellos el disco 7, del cual aún se recuerda el tema Si no es Ahora, interpretado a dueto con su novio de aquel entonces, Diego Schoening. Hoy es todavía un espanto ver el video que hace 20 años parecía novedoso, creativo e interesante. No sé que espanta más, si el maquillaje labial de Diego, o el cabello parado de Thalía… aunque creo que la respuesta es sencilla, el cabello de Thalía.

1988 fue el año en el que salí de la primaria y la primera vez que tuve un ídolo real a través de Thalía. Después de seis años de estudios era momento de pasar a la secundaria. Contaba con un grupo de amigos muy agradable en ese año y poco a poco me fui enamorando de ese personaje que daba vida a canciones pegajosas como parte de Timbiriche, además de forjarse también como actriz de telenovelas, por aquel momento al lado de Adela Noriega en la inolvidable quinceañera.

Recuerdo los ensayos para el festival de despedida, en el cual nos pasábamos escuchando al disco doble de Timbiriche XIII y IX, del cual me encantaba No Sé Si es Amor, el ridículo tema interpretado por Thalía junto con un ñoño Eric Rubín.

Para ese tiempo hasta tenía un cuaderno de recortes con fotografías y notas de Thalía, ya fuera modelando su vestido de quinceañera, o alguno de esos modelos clásicos de finales de los ochenta.

El inevitable inicio de la carrera como solista de Thalía llegó en 1990, cuando lanzó su disco homónimo, encabezado por la canción Un Pacto Entre Los Dos. Recuerdo haberme quedado desconcertado al escuchar este tema, que ciertamente era totalmente diferente al pop al que nos tenía acostumbrado la cantante. Un tema puramente sadomasoquista, extraño en una mujer que decía que esperaría al momento indicado para vivir una situación con su pareja “en la intimidad”.

Ya ni que decir con el primer tema de fluidos que lanzó bajo el nombre de Saliva, con letras tan profundas como “dame un beso con sabor a uva para que se me suba”, o la todavía inexplicable pero pegajosa Amarillo Azul, en donde “el diablo tiene cara de angel”.

Las presentaciones de la cantante, mostraban que ella ya se sentía una estrella, y realmente para el tiempo lo era. Independientemente de las telenovelas donde también le iba muy bien, la música era lo que me interesaba, y así en 1991 llegó su segundo disco: Mundo de Cristal.

Sudor es mi canción favorita de este disco, claro la letra otra vez no decía gran cosa, sin embargo su imagen aparecía por todos lados, en portadas de revistas, en programas de televisión y la trilogía de las Marías también estaba a todo lo que daba.

Para mí, el momento cumbre como seguidor de Thalía llegó en 1992, cuando lanzó su disco Love. Tengo que reconocer que la música pop que hacía la mujer por aquel tiempo era de muy buena calidad, dejando a un lado el dinero que pudiera estar detrás de su producción, los temas siempre fueron pegajosos, divertidos, entretenidos.

Sangre fue el primer sencillo de Love. A diferencia de Saliva y Sudor, esta era una balada que hasta la fecha sigue siendo a mi consideración, la mejor que ha hecho Thalía. Love era una canción tecno totalmente diferente a lo que se hacía en México por aquel tiempo. Ni e importaban los gritos de Thalía que aparecían una y otra vez a lo largo de todo el disco. Ya mejor ni hablo de La Vida En Rosa, versión desastrosa del clásico francés, con un final digno de ahorcar a la “cantante” para que deje de gritar.

Todo iba muy bien, sin embargo, para mi, el debacle vino después de Love. Entre 1993 y 1994, Thalía conoció a Emilio Estefan, esposo de Gloria, y de esta situación surgió el cuarto disco de la intérprete. Piel Morena fue el primer sencillo del disco En Éxtasis, parecía que Thalía quería seguir los pasos de Gloria Estefan quien había llevado a su disco Mi Tierra a los primeros lugares de varias partes del mundo, sin embargo, Thalía, en lugar de sonar a Gloria, parecía una mala versión de la Tesorito, Laura León.

Y de ahí en adelante, Thalía se fue, se perdió, enloqueció. La diversión de sus primeros discos desapareció. Los gritos que antes eran causa de emoción, ahora eran para dar miedo, coraje y ganas de apagar el radio. La manera en la que la joven se mostraba también era lo más posado posible, terminando con la frescura que me había cautivado de Thalía en sus inicios.

Y así han pasado los años. Ella es considerada una estrella todavía. Sus discos tal vez ya no venden tanto, sin embargo parece tener un grupo de seguidores muy fiel, que recibe con los brazos abiertos todo lo que haga la ahora esposa de Tommy Mottola.

Me gustaría pensar que eventualmente Thalía se divorciará de Mottola, se volverá loquita como Mariah Carey y recobrará la frescura que alguna vez tuvo, pero pues al acercarse a los cuarenta años, dudo que esta situación vaya a ocurrir pronto.

Ya mejor sin abordar el qué tanto me disgusta Thalía en la actualidad, mejor me quedo con los recuerdos agradables, con ese gusto culposo que generó un gran cariño para la Emperatriz de la belleza mexicana, allá a fines de los ochenta y principios de los noventa. Han sido ya más de veinte años, y claro que todos hemos cambiado y crecido.

Para ilustrar musicalmente esta entrada, hay un largo número de videos que recientemente he encontrado en línea. Todos ellos valdrían la pena estar por aquí, sin embargo únicamente uno podrá formar parte del Gonzo’s Place.

Tal vez por lo exageradamente ridículo que es, este tema representa de la mejor forma la esencia del término “gusto culposo” en esta sección. Seguro si Edith Piaff escuchara esta versión se volvería a morir o al menos le jalaría las patas a Thalía para que gritara con ganas. De un inolvidable especial musical producido por Televisa en 1992, ella es Thalía, con La Vida En Rosa.


1 comentario:

Anónimo dijo...

OH NO YOU DIDN'T WRITE ABOUT CHALIA!! jaja que espanto, tantos recuerdos que se remueven nada más de recordas esa rolas y videos nacos, aahh, como ha pasado el tiempo! no cabe duda que ya estamos rucos!

Mi canción favorita es "Déjame Escapar", toda intensa y dramática!