No sé qué pasó el día de ayer, pero el tráfico de la ciudad estaba infernal. En la mañana prácticamente tomé dos horas para llegar a mi lugar de trabajo, cuando el tiempo para este recorrido es de la mitad del tiempo. Efectivamente, mi retraso fue registrado.
Más adelante, durante la tarde, nuevamente estuve parado por las algunas zonas difíciles de la ciudad que iban desde Santa Fé, Reforma, Viaducto y para acabarla de amolar, la Colonia Del Valle, con todas las cuadras con carros en doble fila, costumbre que la verdad me pone de malas.
Ya en la noche, y después de hacer unas compras maternales, el regreso de notaba igualmente difícil con una lluvia constante que empezó a caer por el camino en el que pasaba.
Fue entonces cuando se me ocurrió la maravillosa idea de escuchar algo que me gustara y, que por un momento me alejara del caos externo de la difícil Ciudad de México, a la vez que volvía a descubrir algunos de mis momentos favoritos.
El disco que decidí escuchar, fue un álbum lanzado en 1986 y que yo compré 3 años después. Me refiero al tercer disco de Madonna, que a mi consideración es posiblemente el que la definió no nada más como el sabor de moda o la cantante que había llegado al primer lugar con sus excesos y controversias de Like A Virgin.
Después del éxito comercial de los primeros dos discos de Madonna, en 1986 llegó la que posiblemente fuera la primera gran reinvención de la artista, una que la definió y alejó del montón para convertirla en el ícono que es todavía hoy en día. Más allá de sus estrafalarios vestidos, la joyería clásica de los primeros años de los ochenta, y un cabello totalmente desacomodado, una nueva Madonna llegaría.
Lo primero que escuchamos de las sesiones de True Blue fue el sencillo Live To Tell, incluido en el soundtrack de la cinta At Close Range, protagonizada por el falmante nuevo esposo de la intérprete, Sean Penn.
La cinta a la fecha no es recordada, sin embargo Live To Tell es todavía esa primer gran balada (después de Crazy For You), que la diva llevó a la cima de popularidad en el verano de 1986. 20 años más adelante, este mismo tema fue causa de controversia al ser interpretado con una Madonna subida en una cruz de espejos con todo y la corona de espinas a la vez que condenaba la epidemia del Sida en África.
Sin embargo el golpe de asombró llegó un poco después cuando se lanzó Papa Don’t Preach. Por un lado Madonna apareció con un look totalmente diferente. El cabello muy corto, por primera vez con el tono de rubia platinada, completamente distinta a la dulzura que habíamos visto en el video de Live To Tell.
Y por otro lado la controversia del tema. Una joven queda embarazada y, a pesar de las diferentes oportunidades en su vida que se verán truncadas, ella decide conservar a su bebé y lo único que pide es que su papá no la sermonee. Instantáneamente, el tema llegó al primer lugar, y se convirtió en otro de los clásicos en la amplia discografía de la Reina del Pop.
Más sencillos llegaron. Títulos inolvidables y esenciales aún hoy en día como Open Your Heart, La Isla Bonita y True Blue llegaron. La imagen de Madonna permaneció igual, lo que nos hacía recordar en varias ocasiones a la trágica Marilyn Monroe, con quien fue comparada en más de una ocasión, aunque la Ciccone inteligentemente declaró que Monroe fue una víctima, mientras que ella no.
Al ser lanzado, el disco True Blue llegó al primer lugar en 28 países, lo que la llevó por primera vez al libro de records Guinsess.
En este disco se reunieron algunos de los productores de Madonna más apreciados por sus seguidores. Stephen Bray, quien había estado con la diva desde sus inicios, y Patrick Leonard, con quien trabajó en la gira Virgin Tour, y que ayudó a otorgar a Madonna la madurez musical que necesitaba para ser considerada como algo aparte.
Como yo me hice fan de Madonna hasta 1989, recibí a True Blue con tres años de retraso. Recuerdo muy bien que en pleno “Julio Regalado” compré este disco, y se convirtió en uno de mis materiales favoritos casi de instantáneo.
A lo largo de los años he tenido muchos temas de este disco que han sido mis favoritos. Por mucho tiempo podía elegir a Open Your Heart, aunque también disfruto de La Isla Bonita, Papa Don’t Preach, Live To Tell, e incluso Jimmy Jimmy, odiada por tantos.
Ayer, en la lluvia y el tráfico, el regreso a casa fue muy tranquilo, y lo disfruté en gran medida con los temas pop dance de Madonna. Claro que los canté y hasta bailé en la intimidad de mi auto. Ese tipo de acciones que sólo Madonna genera en mi.
Para este espacio, como ya he puesto algunos videos de temas provenientes de este disco, he elegido compartir el video de Papa Don’t Preach, que llegó para redefinir la carrera, imagen y destino que habría de seguir la única reina del pop. Ella es tanto una joven sin glamour de Nueva York que disfruta la vida con su novio y le hace de cenar a su padre, mientras que es toda una diva que baila sin desenfreno con un cabello que no se mueve de su lugar gracias a los kilos de laca que recibió.
Ella se quedará con su bebé, con su novio y en el mejor de los casos, también con su padre. Está en problemas, pero ha tomado la decisión. Esto es Papa Don’t Preach.
Más adelante, durante la tarde, nuevamente estuve parado por las algunas zonas difíciles de la ciudad que iban desde Santa Fé, Reforma, Viaducto y para acabarla de amolar, la Colonia Del Valle, con todas las cuadras con carros en doble fila, costumbre que la verdad me pone de malas.
Ya en la noche, y después de hacer unas compras maternales, el regreso de notaba igualmente difícil con una lluvia constante que empezó a caer por el camino en el que pasaba.
Fue entonces cuando se me ocurrió la maravillosa idea de escuchar algo que me gustara y, que por un momento me alejara del caos externo de la difícil Ciudad de México, a la vez que volvía a descubrir algunos de mis momentos favoritos.
El disco que decidí escuchar, fue un álbum lanzado en 1986 y que yo compré 3 años después. Me refiero al tercer disco de Madonna, que a mi consideración es posiblemente el que la definió no nada más como el sabor de moda o la cantante que había llegado al primer lugar con sus excesos y controversias de Like A Virgin.
Después del éxito comercial de los primeros dos discos de Madonna, en 1986 llegó la que posiblemente fuera la primera gran reinvención de la artista, una que la definió y alejó del montón para convertirla en el ícono que es todavía hoy en día. Más allá de sus estrafalarios vestidos, la joyería clásica de los primeros años de los ochenta, y un cabello totalmente desacomodado, una nueva Madonna llegaría.
Lo primero que escuchamos de las sesiones de True Blue fue el sencillo Live To Tell, incluido en el soundtrack de la cinta At Close Range, protagonizada por el falmante nuevo esposo de la intérprete, Sean Penn.
La cinta a la fecha no es recordada, sin embargo Live To Tell es todavía esa primer gran balada (después de Crazy For You), que la diva llevó a la cima de popularidad en el verano de 1986. 20 años más adelante, este mismo tema fue causa de controversia al ser interpretado con una Madonna subida en una cruz de espejos con todo y la corona de espinas a la vez que condenaba la epidemia del Sida en África.
Sin embargo el golpe de asombró llegó un poco después cuando se lanzó Papa Don’t Preach. Por un lado Madonna apareció con un look totalmente diferente. El cabello muy corto, por primera vez con el tono de rubia platinada, completamente distinta a la dulzura que habíamos visto en el video de Live To Tell.
Y por otro lado la controversia del tema. Una joven queda embarazada y, a pesar de las diferentes oportunidades en su vida que se verán truncadas, ella decide conservar a su bebé y lo único que pide es que su papá no la sermonee. Instantáneamente, el tema llegó al primer lugar, y se convirtió en otro de los clásicos en la amplia discografía de la Reina del Pop.
Más sencillos llegaron. Títulos inolvidables y esenciales aún hoy en día como Open Your Heart, La Isla Bonita y True Blue llegaron. La imagen de Madonna permaneció igual, lo que nos hacía recordar en varias ocasiones a la trágica Marilyn Monroe, con quien fue comparada en más de una ocasión, aunque la Ciccone inteligentemente declaró que Monroe fue una víctima, mientras que ella no.
Al ser lanzado, el disco True Blue llegó al primer lugar en 28 países, lo que la llevó por primera vez al libro de records Guinsess.
En este disco se reunieron algunos de los productores de Madonna más apreciados por sus seguidores. Stephen Bray, quien había estado con la diva desde sus inicios, y Patrick Leonard, con quien trabajó en la gira Virgin Tour, y que ayudó a otorgar a Madonna la madurez musical que necesitaba para ser considerada como algo aparte.
Como yo me hice fan de Madonna hasta 1989, recibí a True Blue con tres años de retraso. Recuerdo muy bien que en pleno “Julio Regalado” compré este disco, y se convirtió en uno de mis materiales favoritos casi de instantáneo.
A lo largo de los años he tenido muchos temas de este disco que han sido mis favoritos. Por mucho tiempo podía elegir a Open Your Heart, aunque también disfruto de La Isla Bonita, Papa Don’t Preach, Live To Tell, e incluso Jimmy Jimmy, odiada por tantos.
Ayer, en la lluvia y el tráfico, el regreso a casa fue muy tranquilo, y lo disfruté en gran medida con los temas pop dance de Madonna. Claro que los canté y hasta bailé en la intimidad de mi auto. Ese tipo de acciones que sólo Madonna genera en mi.
Para este espacio, como ya he puesto algunos videos de temas provenientes de este disco, he elegido compartir el video de Papa Don’t Preach, que llegó para redefinir la carrera, imagen y destino que habría de seguir la única reina del pop. Ella es tanto una joven sin glamour de Nueva York que disfruta la vida con su novio y le hace de cenar a su padre, mientras que es toda una diva que baila sin desenfreno con un cabello que no se mueve de su lugar gracias a los kilos de laca que recibió.
Ella se quedará con su bebé, con su novio y en el mejor de los casos, también con su padre. Está en problemas, pero ha tomado la decisión. Esto es Papa Don’t Preach.
1 comentario:
Ugh, tengo un grudge en contra de ese look de Madonna, a pesar de que me encanta el disco y tiene una de mis canciones favoritas "Open Your Heart", no puedo pasar por alto el pelo de abuelita, las cejas de azotador y el horrendo personaje de Nikki Finn, en fin, supongo que no hay felicidad completa!
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