viernes, 2 de marzo de 2007

NUEVA SECCIÓN: RECUERDOS DEL SALÓN DE CLASES

Hoy, después de la petición de mi amiga Liliana Carreón, inicio una nueva sección donde me daré a la tarea de rescatar material que en algún momento de mi formación realicé, y que gracias a los disquetes de 3 ¼ guardados en un cajón, he podido recuperar.

De 1994 a 1998 estudié la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de México. Durante mi paso por la universidad, llegó un momento en el que consideré que no la hacía en esto. Mi pasión era la radio, pero gran parte de la educación estaba basada en la parte del periodismo por lo que había que escribir.

En ese tiempo eran verdaderas investigaciones, pues no existía la facilidad del Internet para sacar toda la información de ahí. En más de una ocasión si llegué a pensar en abdicar en esa tarea, pero llegó un momento donde todo cambio.

Eso sucedió cuando empecé a tomar clases con la profesora Mercedes Durand. De origen salvadoreño, esa mujer me motivo a escribir, y a darme cuenta que no era tan malo, que incluso podía hacerlo bien. De las pesadas clases que iniciaron con una nota reprobada por incluir más de 100 “que’s” en tres cuartillas, terminé tomando cuatro asignaturas con la profesora.

Sin lugar a dudas, para mí ella ha sido mi más grande maestra, quien además de enseñarme a escribir, me transmitió muchos conocimientos, que a la fecha sigo tomando en mi desarrollo profesional.

Sus clases eran pesadas. En archivos electrónicos encontré un promedio de 20 notas de tareas, más las otras 20 que hacíamos en clase y que me daré a la tarea de buscar para también traer a este espacio algo de esos documentos. Además claro había exámenes, exposiciones, lecturas, entrevistas, etc.

Mucho de ese material que considero digno de traer aquí, formarán parte de una nueva sección: “Recuerdos del Salón de Clases”.

La última vez que vi a la profesora Mercedes fue en 1999, un poco después de haber terminado mi carrera. Acudí con la maestra para que asesorara mi tesis. Le comenté que estaba interesado en desarrollar algo sobre Madonna, después de tratar convencerla por algunos minutos, aceptó. Empecé a trabajar y al irla a ver de nuevo me dijo que siempre no, que prefería que hiciera la tesis sobre otro tema o que cambiara de asesor.

Ese fue un golpe muy fuerte para mi, pues realmente era una persona que admiraba mucho. Ya no regresé para decirle mi decisión. Empezó la huelga de la UNAM en 1999 y pocas semanas después recibí una llamada en donde me informaron que la profesora había fallecido.

En compañía de algunos amigos, más adelante realizamos un homenaje para la maestra, en donde alumnos, conocidos y familiares nos reunimos para despedirnos de alguien que dejó una profunda huella en nosotros.

Los artículos de la nueva sección provienen de esas clases con la maestra Mercedes Durand: Géneros Periodísticos de Opinión, Literatura y Periodismo, Sociología de la Radio y Televisión y Agencias Informativas.

Aquí dejo una breve biografía de doña Mercedes, y uno de los bellos poemas que escribió en vida y, que permanecerán para siempre.

Mercedes Durand, nació en San Salvador en 1933. Maestra, periodista, poetisa y cuentista. Su poesía es fina y de cuidada forma. A veces descriptiva, a veces, intimista. Cuando trata el tema social, lo hace casi siempre con limpidez y mesura.

Pertenece a la Generación del 50, que algunos llaman "Generación Comprometida". Algunas de sus obras son: "Sonetos Elementales"(1958); "Poemas del Hombre y del Alba" (1961); "Las Manos en el Fuego" (Libro formado con Poemas de Mercedes Durand y de David Escobar Galindo, 1969); "Todos los Vientos" (antología poética, 1972). También un libro de cuentos, publicado en 1971: "Juego de Oüija".

Doña Mercedes Durand falleció en la Ciudad de México el 7 de Julio de 1999; en la bella ciudad Azteca pasó sus últimos años en el ambiente literario y donde dejó muchos discípulos que aún la recuerdan con aprecio y cariño.



ESPACIO DEL COLOR


Desde que me anunciaron tu venida
dispuse regalarte los colores
prestados a las frutas y las flores
hermanas vegetales de tu vida.

La fresa me prestó su piel de herida,
el trébol su conjunto de verdores,
el blanco jazminero sus candores
y la aceituna oscura su medida.

El ácido mirar del limonero
y la pupila ingenua de la rosa
mezclaron su color en tu velero.

El mundo de la flor y de la fruta
me ha dado su acuarela primorosa
envuelta en los olores de la ruta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

GRACIAS POR TOMAR EN CUENTA LOS COMENTARIOS DE TU FAN. TENDRE PACIENCIA (BUENO TRATARE) AUNQUE ESPERO PUEDA LEER DENTRO DE PRONTO MI ESCRITO FAVORITO.