miércoles, 7 de febrero de 2007

CINE: KM 31

La industria cinematográfica mexicana difícilmente puede ser comparada con la existente en otros países. Los creadores nacionales en repetidas ocasiones pueden quejarse de la falta de apoyo, tanto del gobierno como de los patrocinadores que pudieran invertir para que una idea llegue a concretarse en la pantalla grande.

Por tal motivo, es de alabarse cualquier esfuerzo por lograr el reconocimiento del público y de la crítica. El pasado fin de semana, después del estreno del 2 de febrero, la Opera Prima del realizador Rigoberto Castañeda, la cinta se convirtió en una de las más recaudadoras en su semana de estreno, al obtener entradas por 16 millones 244 mil 424 pesos, de acuerdo a la productora Lemon Films, lo que la coloca en el tercer lugar de esta lista, sólo por debajo de El Crimen del Padre Amaro y Una Película de Huevos.

Todo indica que el público nacional amó la historia que es vendida como del género del terror, aunque sus protagonistas y creadores argumenten que es más bien de suspenso. Según mi humilde opinión es más bien una mezcla de varios géneros, donde además de los mencionados anteriormente, también entra el drama, una comedia romántica y hasta una historia de leyendas.

Por experiencia personal he tenido un fuerte contacto con el género de terror desde hace ya varios años. Y aunque no puedo decir que sea mi tipo de cine favorito, si encuentro un gran placer al observar este tipo de cine. Hay de todo, creo que las cintas que más me gustan de este género son clásicos ya incluso de hace varias décadas como The Evil Dead de Sam Raimi (1981) y Dead Alive de Peter Jackson (1992).

A fechas recientes las cintas de terror pueden in enfocadas a la clásica historia del asesino serial, ya sea Jason Vorhees, Michael Mayers, Letherface, o cualquier tipo de zombies o caníbales, que existen sólo por el deseo de asesinar a jóvenes preparatorianos calientes, que deben pagar de alguna manera el tener tan despiertas sus hormonas.

Otro tipo que ha tomado también fuerza recientemente es el del cine oriental, más enfocado a generar tensión en el espectador, con fantasmas o seres terroríficos, que por lo general parecen estar hechos en blanco y negro para causar mayor temor. Este cine también ha llegado a Hollywood, y cada vez son más comunes los refritos de películas previamente producidas en otros lugares como El Aro o The Grudge.

Así, inmersos en todos estos estilos, llegó KM 31, protagonizada por Iliana Fox y Raúl Méndez. El largometraje fue estrenado el pasado mes de octubre como parte del IV Festival de Morelia, para llegar a las salas cinematográficas a principios de febrero del 2007. Según un artículo que leí sobre las primeras impresiones generadas a raíz de su presentación, me quedó muy grabado el comentario de que era una película muy bien hecha.

Y efectivamente, se nota una calidad cinematográfica muy interesante en la producción, a pesar de ciertos excesos en diversos momentos de la cinta, con cámaras en movimiento constante, o el clásico sustito para hacer saltar al público de la butaca.

Sin embargo, no todo en el cine depende nada más de la ambientación o manufactura, y creo que es en ese espacio donde la cinta adolece en varios aspectos.

Como indicaba al inicio del artículo, no se nota un género definido en la cinta. Ciertamente no es terror, pues si se considera así, queda muy mal parado el género que de por sí es tan criticado. Tampoco es precisamente de suspenso, pues en ocasiones parece más de aventura o de romanticismo. En pocas palabras, para mi gusto y parecer, la historia nunca cuaja y eso le resta mucho a la principal finalidad que debe tener este tipo de producciones: el entretener al público.

Como buena película mexicana, llegan momentos de reflexiones, de cómo la vida puede ser tan ingrata, y cómo el ser humano es alguien completamente desdichado. Aunque se agradece el poco uso de malas palabras, y de reflejar a una clase media que parece también inexistente en otras cintas nacionales; la identificación que pudiéramos tener en algún momento con los personajes nunca sucede. Se notan falsos, forzados, demasiado elevados para una realidad.

De acuerdo a Méndez, protagonista de la cinta, ésta “posee un estilo original que no copia ni el género gore estadounidense, ni las formas orientales, tan en boga actualmente”, lo cual considero una declaración totalmente falsa. Es necesario únicamente ver la promoción de KM 31 para relacionarla con otras cintas como El Aro o The Grudge, antes mencionadas. Incluso el personaje del niño que está presente en promociones diversas parece ser el hermano gemelo de Toshio de La Maldición, y qué decir de la escena donde aparece la pantalla de televisión sin imagen alguna… pareciera que en cualquier momento saldría el video del Aro y Samara escurriría sus cabellos por el piso del depa.

KM 31 es una buena cinta como ejercicio nacional, que debe ser vista por el público en general que ama pasar una buena tarde comiendo palomitas, pero no por gente conocedora del género de terror, pues posiblemente podría llegar a ser insufrible, y todavía, peor que un churro. Así que tomen la recomendación de quien viene, a mi no me gustó la película, pero puedo reconocer la inteligencia de sus creadores para generar la inquietud de la gente, y motivarla a agotar las entradas en taquilla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

yup, yo soy el responsable de tu no tan recien adquirido gusto por el cine de "sustos", lol.

Concuerdo contigo, es una cinta floja pero sin ser una total chafada, para eso mejor vayan a ver la nacada de Morirse en Dormingo, hueeeeeva!