Después de cuatro días que parecían nunca acabar, por fin llega el respiro del fin de semana. Gracias a una sugerencia que decidí seguir, si bien ya hablé del lunes, por qué no describir el sentimiento opuesto que llega con el último día de la semana laboral.
El lunes es un día muy pesado, el sentido conciente e inconciente de que es el retomar nuevamente la rutina lo hace realmente algo insoportable a momentos. Y luego vienen los siguientes días. Pareceré de lo más amargado, pero en ocasiones si quisiera gritar fuertemente a toda la gente de mi alrededor que se callen y que se pongan a hacer otra cosa. Yo sé que esta es una bronca personal que refiere otros asuntos que ya discerniré en otra ocasión, pero tengo que aceptar que en ocasiones me siento muy ofuscado en mi espacio de trabajo, por la gente, sobre todo aquella que tiene ese carácter especial y la sangre pesada para no ser aguantada en lo más mínimo.
Eso es lo que tengo que soportar de lunes a viernes, tal vez por eso la llegada del último día de la semana laboral cambia totalmente la visión de las cosas. No tener que soportar el tráfico, a los compañeros de trabajo que nada más son insufribles, y el poder hacer otras actividades como el simple hecho de quedarme en la cama viendo un buen programa de televisión.
Otro punto favorable del viernes es que el disfraz “ejecutivo” que debo utilizar puede quedarse colgado en el ropero para mostrarme como realmente soy. Ayer me llegó el chisme que mi jefe dice que soy un fachoso los viernes, y pues realmente yo creo que tiene razón, pero si el ser fachoso quiere decir que soy más auténtico, creo que prefiero eso que las poses siempre estudiadas para evitar que hablen mal de uno.
Esa represión que durante toda la semana debo manejar se ve un poco aliviada con la llegada del viernes. Como diría The Cure: “No me importa si el lunes es azul (tiste), el martes gris y el miércoles también; jueves no me importas, pero el viernes estoy enamorado.
Por mucho tiempo este día ha sido junto con el sábado mi preferido, creo que es además del descanso físico, también un alivio mental que realmente me gustaría poder tener más a seguido, y no precisamente por flojo, sino por esas cadenas que luego siento estar arrastrando día a día.
El viernes casi todo es alegría, incluso aunque sigo aguantando a esas personas en la oficina que no tienen nada mejor que hacer que estar sobre uno (o al menos eso pareciera); o después de la hora de la comida, donde casi no hay nada que hacer, o si lo hay, lo que más deseo es dejar este escritorio blanco que a veces si es un tanto incómodo (sobre todo la silla de cien pesos en la que estoy sentado todo el día).
Pero el viernes llega, y ya ni vale la pena quejarme o decir que tan desdichado soy, porque realmente no lo soy, simplemente es la forma en la que funciona la vida, y al menos existe este espacio donde quedan plasmadas las ideas que van pasando por mi mente. Realmente, más que un escape es un espacio para expresarme y mostrarme tal como soy.
Así que una vez más agradeceré a Dios por ser viernes, y que tendré unos momentos de descanso, al menos hasta que el sentimiento dominical vuelva a presentarse, pero para eso falta mucho, así que a disfrutar!!
Para el espacio podría haber elegido la mencionada Friday I’m In Love de The Cure, o la discotequera Thank God It’s Friday. Mejor he escogido esta canción de uno de mis discos pop favoritos, de aquellas épocas donde todo era inocencia. Efectivamente, del glorioso y lejano 1989 viene esta canción. Ya en otra ocasión discutiré mis sentimientos acerca de la Janet Jackson actual, pero hace 17 años admiraba ampliamente a esta cantante y a su disco Rhythm Nation 1814. De ahí sale esta canción llamada Escapade, la mejor invitación a olvidar las presiones de la semana y a disfrutar las bellezas del fin de semana… “and you know it’s Friday too”.
El lunes es un día muy pesado, el sentido conciente e inconciente de que es el retomar nuevamente la rutina lo hace realmente algo insoportable a momentos. Y luego vienen los siguientes días. Pareceré de lo más amargado, pero en ocasiones si quisiera gritar fuertemente a toda la gente de mi alrededor que se callen y que se pongan a hacer otra cosa. Yo sé que esta es una bronca personal que refiere otros asuntos que ya discerniré en otra ocasión, pero tengo que aceptar que en ocasiones me siento muy ofuscado en mi espacio de trabajo, por la gente, sobre todo aquella que tiene ese carácter especial y la sangre pesada para no ser aguantada en lo más mínimo.
Eso es lo que tengo que soportar de lunes a viernes, tal vez por eso la llegada del último día de la semana laboral cambia totalmente la visión de las cosas. No tener que soportar el tráfico, a los compañeros de trabajo que nada más son insufribles, y el poder hacer otras actividades como el simple hecho de quedarme en la cama viendo un buen programa de televisión.
Otro punto favorable del viernes es que el disfraz “ejecutivo” que debo utilizar puede quedarse colgado en el ropero para mostrarme como realmente soy. Ayer me llegó el chisme que mi jefe dice que soy un fachoso los viernes, y pues realmente yo creo que tiene razón, pero si el ser fachoso quiere decir que soy más auténtico, creo que prefiero eso que las poses siempre estudiadas para evitar que hablen mal de uno.
Esa represión que durante toda la semana debo manejar se ve un poco aliviada con la llegada del viernes. Como diría The Cure: “No me importa si el lunes es azul (tiste), el martes gris y el miércoles también; jueves no me importas, pero el viernes estoy enamorado.
Por mucho tiempo este día ha sido junto con el sábado mi preferido, creo que es además del descanso físico, también un alivio mental que realmente me gustaría poder tener más a seguido, y no precisamente por flojo, sino por esas cadenas que luego siento estar arrastrando día a día.
El viernes casi todo es alegría, incluso aunque sigo aguantando a esas personas en la oficina que no tienen nada mejor que hacer que estar sobre uno (o al menos eso pareciera); o después de la hora de la comida, donde casi no hay nada que hacer, o si lo hay, lo que más deseo es dejar este escritorio blanco que a veces si es un tanto incómodo (sobre todo la silla de cien pesos en la que estoy sentado todo el día).
Pero el viernes llega, y ya ni vale la pena quejarme o decir que tan desdichado soy, porque realmente no lo soy, simplemente es la forma en la que funciona la vida, y al menos existe este espacio donde quedan plasmadas las ideas que van pasando por mi mente. Realmente, más que un escape es un espacio para expresarme y mostrarme tal como soy.
Así que una vez más agradeceré a Dios por ser viernes, y que tendré unos momentos de descanso, al menos hasta que el sentimiento dominical vuelva a presentarse, pero para eso falta mucho, así que a disfrutar!!
Para el espacio podría haber elegido la mencionada Friday I’m In Love de The Cure, o la discotequera Thank God It’s Friday. Mejor he escogido esta canción de uno de mis discos pop favoritos, de aquellas épocas donde todo era inocencia. Efectivamente, del glorioso y lejano 1989 viene esta canción. Ya en otra ocasión discutiré mis sentimientos acerca de la Janet Jackson actual, pero hace 17 años admiraba ampliamente a esta cantante y a su disco Rhythm Nation 1814. De ahí sale esta canción llamada Escapade, la mejor invitación a olvidar las presiones de la semana y a disfrutar las bellezas del fin de semana… “and you know it’s Friday too”.
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