martes, 9 de enero de 2007

MADONNA MOMENT: JUSTIFY MY LOVE FOR MADONNA

No todas las personas tienen ídolos. Eso lo supe en el 2001 cuando mi pasión por mi ídolo me dejó enfermo mental y físicamente. En ese verano por primera vez en mi vida hice un viaje fuera de mi país, yo sólo y únicamente para estar en un concierto de una persona que me ha influido por ya dieciocho años.

Al anunciar que Madonna regresaría a los escenarios después de ocho años, la primer creencia fue que vendría a México como lo hizo en 1993 con el Girlie Show. Sin embargo al paso de los días, la gira seguía anunciada nada más para Estados Unidos y algunos lugares de Europa. Así que después de la invitación hecha por mi prima Ana que vive en Miami, el proyecto para lanzarme allá a verla surgió.

No contaba que para los cónsules de la embajada gringa en México, el sueldo que percibía en ese entonces, y que no dista mucho del actual, era muy bajo para que yo pudiera entrar a su país. Después de otras visitas traumáticas a la embajada, y de obtener una visa con condiciones finalmente el viaje fue un éxito, y estuve tan cerca de Madonna como no volví a estar hasta 5 años después… pero eso es otra historia.

El caso es que los momentos previos al viaje a Miami y el regreso después de una semana de goce, fueron temporadas muy duras para mi en lo anímico que incluso me llevó a terminar recibiendo una receta para tomar Prozac, cosa que hice algunas semanas, y que después de pasármela dormido en clase y en el trabajo decidí dejar.

Y todo por Madonna. Recuerdo todavía los insultos que mi papá infirió hacia ella cuando estaba tan mal, algo así “yo no sé como te pones así por esa pendeja”.. en fin, creo que ese es uno de los menores insultos que ella ha recibido a lo largo de su vida. En el trabajo, además de tacharme de loco, llegué a recibir comentarios acerca de que mis compañeros no harían algo así por nadie, pues no tenían un ídolo.

Y creo que esa es la imagen que Madonna representa para mi. Yo se que es una persona inalcanzable y en ningún momento me he sentido una especie de acosador, ni nada por el estilo. Sé que lo más cercano que voy a estar a ella será en un estilo como tuve la oportunidad en junio del 2006 afuera de su hotel en Montreal, pero de ahí no pasaré.

Eso no significa que no me interese su trabajo, sus movimientos, su vida. Ha sido una imagen que llegó a mi en 1989 cuando era un niño a punto de entrar en la adolescencia, con mucha soledad, ya con varios traumas, y sobre todo con un desconocimiento de la vida que poco a poco se empezó a abrir en parte gracias a la llegada de Madonna a mi vida.

Si busco mis favoritos, sé que ella es el primero de ellos, lo ha sido por casi 2 décadas y ha pasado por varias etapas, incluyendo las maniacas, las exageradas, las extravagantes e incluso las maduras, como la que considero ahora tener hacia mi fanatismo a Madonna.

Recuerdo ver el concurso en el programa conducido por Gloria Calzada “Estrellas de los ochenta” alrededor de 1987 donde niñas de no más de 10 años bailaban con una peluca corta y blanca al ritmo de Causing a Commotion en la búsqueda de la Mini Madonna o los comerciales de un disco recopilatorio donde se incluía La Isla Bonita que en español fue un éxito con Bianka. De ahí no pasó… por el momento.

En 1989, mi ídolo de ese entonces, mi primo Toño se acababa de casar. Él y su esposa Mireya tenían un cuarto en el tercer piso de la casa y ahí pasaban el tiempo, alguna vez invitándome a ver una película en su videocasetera Beta que acababan de comprar. En una de esas invitaciones, la cinta que habían conseguido en el centro, era “¿Quién es esa Chica”? protagonizada por Madonna.

En esta cinta, también se incluía la canción del concurso de la Mini Madonna, y otras más interpretadas por ella. Además su look era super espectacular. Parecido a Marilyn Monroe pero más moderna. El cabello corto, casi blanco, unas cejas oscuras y labio rojos. ¡Wow!, efectivamente, ¿Quién era esa chica?, me dije.

No es necesario aclarar que la película me encantó, se me hizo divertida y sobre todo disfrute la presencia de Madonna en la pantalla. Ahora empezaba a conocer algo de esta cantante estadounidense de quien no sabía nada más que cantaba también La Isla Bonita.

Días después, en una visita al Gigante junto con mi tía Ame para ir a comprar el pan, vi la sección de discos donde había un par de acetatos de Madonna, incluyendo el correspondiente a la película. Al paso de las semanas, en un lugar muy especial dentro de la tienda colocaron un nuevo álbum. Se llamaba “Como una Oración” y decía que era de Madonna, sin embargo ella no venía en la portada, nada más se veía una pequeña foto de ella en la contraportada, y no era la mujer que había visto en la película.

Un fin de semana, Raúl Velasco (q.e.p.d.) presentó en su programa Siempre en Domingo el video de Like a Prayer. Antes de hacerlo realizó la advertencia sobre su contenido religioso, y a diferencia de lo conservador que pudo ser en su vida, defendió a Madonna como la máxima exponente del pop en el momento. El video fue transmitido de principio a fin. Era una Madonna diferente, con el cabello largo, negro y rizado. No era la de Who’s That Girl… era distinta… era incluso más atractiva.

Al siguiente día volví a ir con Ame al Gigante. A escondidas me compré el disco Like a Prayer, y al llegar a la casa lo escuché una y otra vez con audífonos porque me daba pena que me vieran escuchando música en inglés. Ese mismo disco lo estoy escuchando en estos momentos. A casi 18 años sigue siendo mi favorito, y Madonna sigue siendo mi único ídolo.

En 18 años de mi vida muchas cosas han pasado, inolvidables momentos he vivido y en muchos de ellos Madonna ha estado. Tal vez más adelante algunos de esos momentos merezcan su espacio para ser contados por escrito, pero esas son otras historias. Por ahora únicamente quería brevemente justificar mi amor por ella.

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